Cuestión de respeto

Al momento de montarnos al vagón todo el mundo esperó tranquilamente su turno en la fila sin querer “colarse” para poder guardar su equipaje en el mejor sitio. Nadie se vio en la necesidad de pedir que por favor se pararan de su asiento asignado a otras personas que lo ocupaban. El vagón está totalmente lleno pero sólo se escucha el murmullo de personas hablando muy bajito para no molestar a los demás. No hay ni una basurita en el vagón y todo el que sacó de su equipaje algún bocadillo envolvió sus sobras y las guardó de nuevo. Varios de los jóvenes que hay en el vagón escuchan su IPod con el volumen moderado para que el zumbido no moleste a la persona de al lado. Nadie usa los dos apoya brazos y deja a la persona de al lado sin poder usar el que le corresponde. Una madre con un bebé salió inmediatamente del vagón cuando este empezó a llorar para entrar sólo cuando éste estaba tranquilo. Todos tenían su ticket cuando pasó el inspector. Y muy importante mencionar, más de la mitad de estas personas están leyendo un libro concientes de que no van a sufrir interrupciones o distracciones de envergadura…

Y todo esto está sucediendo en un vagón de tren lleno de personas comunes y corrientes. O sea, no hablamos de la “elite” educada de estos países. De hecho por lo que observo probablemente varios de los señores mayores que viajan conmigo nunca tuvieron una educación más allá de un bachillerato. Probablemente varios de los de mediana edad son obreros y desarrollan algún trabajo clerical y seguro que varios de los jóvenes con vaqueros rotos, cabello despeinado y uno que otro tatuaje no están cursando la universidad. Pero en este vagón todo el mundo tiene un elemento común: Todos respetan. Todos respetan a sus semejantes, respetan las reglas y respetan las normas de conducta. Es decir todo el mundo sabe que si trata de salirse con la suya o mejorar su situación a costa de la incomodidad e inconformidad de sus semejantes está rompiendo el equilibrio y el orden de las cosas.

Siendo ésta una publicación dirigida al sector empresarial, trataré de aplicar esta reflexión al mundo corporativo, ¿Es el respeto uno de nuestros valores explícitos de nuestra organización? ¿Si no lo es de forma explícita, lo es de forma implícita? Es decir, respetamos como propietarios o jefes de nuestras empresas el derecho de nuestros empleados a un trato digno? ¿Respetamos la comunidad, el medio ambiente y las leyes o regulaciones que nos competen? ¿Respetamos el derecho de nuestros empleados a un salario competitivo que les permita llevar una vida digna? ¿Respetamos su tiempo y su derecho a tener “una vida privada” aparte de la laboral? ¿Les respetamos proveyéndoles de los recursos, la seguridad y las condiciones físicas adecuadas para desempeñar su labor? ¿Les respetamos simplemente escuchándoles? ¿Respetamos a nuestros clientes bajo la premisa de que estos confían en nosotros y que además son los que generan los ingresos de la empresa?

¿Y cómo empleados? ¿Respetamos la propiedad de la empresa bajo la premisa de que los bienes de la empresa son un bien de todos los que están en ella? ¿Respetamos siendo lo más productivos posible durante la jornada por la cual se nos está pagando? ¿Respetamos la opinión de los demás por distinta que esta sea a la nuestra? ¿Respetamos el deseo de superación de los compañeros evitando ponerles trabas a su crecimiento y desarrollo, sin hacerle “resistencia silente”, sin chismes infundados y sin sutiles comentarios negativos? ¿Respetamos el tiempo de los compañeros? ¿Respetamos los principios, valores, políticas, normas y cultura de la organización que nos provee nuestro sustento y a quienes debemos lealtad mientras trabajemos en ella?

¿Entendemos realmente que todo lo que somos, logremos, y por lo que al final de cuentas se nos recordará, deriva en dos aspectos: El respeto a los demás y el respeto a nosotros mismos. ¿Tenemos asumido que quien respeta a los demás recibe todavía más respeto en retorno? ¿En fin, estamos claros de que el respeto es lo que diferencia los países, las organizaciones y las personas exitosas de las que no lo son? Si al leer esto ustedes no coinciden conmigo en esto que les planteo, espero que por lo menos “respeten” mi opinión…

Sobre el autor

Ney Díaz

Presidente y fundador de INTRAS, reconocida como la principal empresa de capacitación especializada y consultoría formativa en la República Dominicana, con importantes alianzas con organizaciones de España y América Latina. Preside, también, la firma de capacitación Skills y la empresa Summit, especializada en la organización de eventos corporativos. Es, asimismo, editor en jefe de la Revista GESTIÓN y Senior Advisor de Executive Education para República Dominicana de la IE Business School de España.

Como autor, ha publicado el libro Las 12 preguntas. Puede encontrar más de los escritos de Ney Díaz en su blog en https://neydiaz.com/blog.

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